“El señor Guiu es una de las personas más entrañables que he podido conocer en mi vida”. Así inició nuestra conversación Juan Piña, exalumno de la Academia Guiu. Andaluz de nacimiento y a sus 75 años, Juan recuerda con emoción su estancia en Barcelona. Una estancia que le cambió la vida y que le permitió abrirse camino en el mundo de la arquitectura
Juan actualmente vive en Sevilla, no muy alejado de sus raíces en Jaén. Y fue en su juventud cuando pudo ver cómo familiares se trasladaron a Barcelona en busca de mejores oportunidades profesionales. Hasta que, con aproximadamente 23 años tomó la decisión de hacer lo mismo.
Nuestro exalumno y su llegada a la ciudad de Barcelona
El señor Piña nos comenta que él había estudiado para ser delineador, “una especie de diseñador, para que nos entendamos” pero que él lo que quería era estudiar una Maestría.
“Al principio encontré trabajo por horas como delineador y esto me permitió poder mantenerme en Barcelona y pagarme también los estudios. En aquel momento el centro más reconocido se encontraba cerca de Barcelona, en Vilanova”.
Del trabajo a la Academia
Nuestro exalumno Juan llegó a la Academia Guiu por casualidad, dado que su lugar de trabajo como delineador también se encontraba en Calle Aragón. De este modo, lo que empezó como casualidad fue, tal y como Juan nos narra, “la mejor de las casualidades”.
Sensaciones poco alentadoras que se transformaron en oportunidades
El arquitecto andaluz nos explica que llegó a Barcelona en enero, por lo que no podía acceder al curso ya empezado, pero podía hacer un preparatorio. Fue entonces cuando se dio cuenta de que la disciplina de las matemáticas era un campo en el que necesitaba un especial refuerzo, notaba que se quedaba atrás.
“Yo creía que tenía un nivel decente de matemáticas pero llegué a la Academia y vi que me faltaban muchísimos conocimientos: matrices, derivadas… Me vi realmente apurado, tenía que tomar una decisión. Lo mejor que podía hacer era dejar de acudir a la Academia, ya que notaba que mi nivel era inferior al resto. Pero entonces se me acercó el señor Guiu, me miró y me dijo: <<No te preocupes, que no hace falta que entres en el aula, yo te explico el temario>>”.
Las primeras lecciones del exalumno
Juan recuerda la Academia como un lugar grande, elegante y espacioso. El arquitecto nos narra que, tras subir unas enormes escaleras llegabas a la entrada, donde te recibía un mostrador: “Recuerdo que lo único que tenía que hacer para acceder a clase era girar mi trayectoria a la derecha y dirigirme al aula. Ahí me esperaba la clase”.
Entonces, como si de una pizarra personalizada se tratase, el señor Guiu cogió unos papeles y le confeccionó al joven una libreta con cada una de las lecciones: “No me iba a hacer falta ni un libro”
“Gracias al constante apoyo del señor Guiu pude matricularme finalmente en arquitectura en la Politécnica”
Los principales cambios que notó en su llegada
En la entrevista nos recalca que lo que más notó fue el cambio de ambiente, de atmósfera social: “De hecho aún no me he acostumbrado a vivir en Sevilla, donde resido actualmente, pero a Barcelona fue fácil adaptarme”. El exalumno andaluz notó muchos contrastes entre Barcelona y Andalucía. Lo principal y que más destaca: las oportunidades que Catalunya ofrecía.
“Algo que recuerdo especialmente es que en Andalucía siempre te llamaban por el apellido pero en Cataluña yo no era “el Piña”, sino que era Juan, Juan o Juanito. Y parecerá una tontería pero eso significó mucho para mí. Porque la gente me llamaba por mi nombre en diminutivo, ‘¡ey Juanito!’. Me sentía acompañado por una ciudad muy diferente de donde yo venía y que, evidentemente, me causaba cierto respeto al principio”.
Sin embargo, lo que más pudo percibir diferente entre su ciudad natal y Barcelona fue un cambio de mentalidad generalizado. Juan subraya el espíritu emprendedor que se respiraba por las calles, esas “ganas de superarse constantemente”.
“Pero al mismo tiempo esa gente también sabía divertirse. Se dice mucho esto de que en Andalucía somos gente de bares pero en Barcelona también saben pasárselo bien. Estuve viviendo en Barcelona unos 6 años y puede parecer poco, pero realmente ese tiempo ahí me marcó».
El señor Piña se ha formado en otras Academias, ¡incluso empezó la carrera de filosofía, por puro amor al conocimiento! «Pero lo cierto es que, aun estando en otras instituciones académicas, no encontré en ninguna el trato que recibí del señor Guiu. Eso es algo que jamás olvidaré”.
La vuelta a casa del exalumno
Finalmente, llegó una oportunidad laboral en Andalucía y Juan tomó la decisión de volver a su tierra. No obstante, recuerda con cariño todo ese proceso de aprendizaje.
“Sentí que para Guiu era un familiar más cuando, en realidad, no teníamos ningún tipo de relación, ni personas en común para que se tomase la dedicación que se tomó conmigo. Cercano pero profesional y serio al mismo tiempo para motivarme y ponerme a prueba con mis objetivos. Recuerdo, años después, hacer el camino de Santiago y encontrarme, fíjate como es la vida, con una trabajadora de Guiu. ¡Lo viví con tanta felicidad! Quise que le trasladara todo mi cariño y admiración al señor Guiu cuando volviese: Todos mis buenos deseos a un hombre que cambió mi vida, que no permitió que me fuera de ahí y abandonar, sino que me animó a seguir adelante”.
Bondad desinteresada
Lo que más le llamó la atención al señor Piña fue que la obra de formación del señor Guiu con él fue muy humana:
“La Academia Guiu por entonces era un centro de cierto reconocimiento, no se iba a arruinar por no recibir mi mensualidad. Realmente Guiu invirtió su tiempo en mí incondicionalmente, sin ser yo el hijo de nadie. Yo era un joven que trabajaba por horas y, además, de fuera de Barcelona, que supongo que lo notaría por mi acento. Simplemente no me podría permitir estar allí sin llegar al nivel de exigencia requerido. Pero como si fueran clases particulares, el señor Guiu me dio clases personalizadas para que pudiera entender todo aquello que me costaba y, además, tenerlo escrito en aquel cuaderno”.
Pero, sin duda, lo que más le emociona a lo largo de la entrevista y que subraya a cada capítulo que nos narra el señor Juan, es el hecho de que la Academia Guiu le ayudara independientemente de si pertenecía a una familia de grandes burgueses o, como en su caso, si era un joven que trabajaba por horas nacido en Jaén.
“Y estoy seguro de que este gesto no lo tendría únicamente conmigo, sino que era bueno y generoso por igual con todos los alumnos. Eso es algo de lo que siempre estaré agradecido”.
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